Son argentinos y emigraron a Hungría

Hace cinco años queLucila Di Vanni Frick (29) y Jeremías Vozzi (32) están en pareja y, luego de convivir durante un año y medio en un departamento de Villa Urquiza, decidieron que era hora buscar un nuevo horizonte.

Ella es licenciada en comunicación, mientras que él es ingeniero electrónico. A pesar de que ambos tenían trabajo en Argentina, comenzaron a buscar otros rumbos laborales en internet. Primero, apuntaron a Alemania, ya que Jerónimo habla el idioma y Lucila lo estaba aprendiendo, pero las vueltas de la vida los llevaron a la encantadora ciudad de Budapest, capital de Hungría, donde hoy viven, trabajan y son felices.

El 4 de enero pasado, Jeremías llegó solo a Budapest y, el 14 de febrero, Lucila siguió sus pasos y se reencontraron. Ambos tienen la ciudadanía italiana y, vía internet, consiguieron trabajo antes de emigrar: él como ingeniero de Soporte, mientras que ella hoy se desempeña en otra empresa como UX Designer.

“Queríamos tener la experiencia de vivir y trabajar afuera, pero también fuimos en busca de la estabilidad económica y para olvidarnos de la inseguridad. El transporte público funciona bárbaro y con puntualidad: se mezcla lo antiguo con lo moderno ya que, por ejemplo, usan los tranvías viejos y los nuevos. Además, los episodios de inseguridad no son tan comunes como en Argentina”, le dijo Lucila a Infobae.A pesar de que llevaron sus ahorros, no necesitaron usarlos porque ambos llegaron con empleo, así que solo tuvieron que destinar un mes para el alquiler y otro para el depósito. “Budapest es una ciudad con un costo de vida bajo, pero, a la vez, tiene sueldos más bajos que otros países de Europa. Podés conseguir un lindo departamento entre 450 y 600 dólares. La compra mensual acá no existe: la hacíamos en Buenos Aires para aprovechar las ofertas y evitar el aumento de precios. Hoy, compramos todas las semanas y gastamos unos 250 dólares mensuales. Cada uno gana mil dólares y podemos vivir bien. La gran diferencia, aunque vivas ajustado, es que los precios no aumentan y podés planificar tu economía. No vinimos a Hungría para hacernos ricos, sino para poder ahorrar un poco todos los meses. Y acá podemos hacerlo, porque no hay cambios bruscos como en la economía de Argentina”, explicó.

Lucila dice que se encontró con un país en el que, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, se puede planificar a corto y largo plazo. Pero no se refiere solo a nivel económico, sino también a nivel personal ya que, esperando ganar un mejor sueldo, por ejemplo, muchos argentinos posponen formar una familia o, ni siquiera, piensan en la posibilidad de poder comprar una vivienda porque sus valores altos y la falta de crédito las hacen prácticamente inaccesibles.

En Buenos Aires, mis compañeros de trabajo recién estaban empezando a tener hijos. En Budapest, todos tienen su familia armada y eso tiene que ver con la capacidad de planear. Podés asegurar que, de acá a cinco años, te vas a comprar un departamento o vas a poder mantener a un hijo. Y lo vas a poder sostener porque, tu realidad de hoy, va a ser la misma que la de mañana. En Argentina, tenés que estar pensando si van a aumentar los sueldos para ver si vas a poder pagar la suba del alquiler. Esa es la matemática fina que aprendés a hacer para ‘planear’ en Argentina, porque a la ahora de planificar algo, tenés que contemplar un montón de factores. En pocos meses, cualquier variable te puede dar vuelta el tablero, cuando acá las variables son las básicas de la vida, como cambiar un trabajo por uno mejor -o, claro, quedarte sin empleo- pero podés vivir relajado y no estar pensando qué día tenés que ir al supermercado para agarrar un descuento”, destacó.

Los húngaros se quejan porque el año pasado pasaron de tener 3.5 a 4 % de inflación. ¡Cuando les decís los valores de Argentina no lo pueden creer! Otro tema que me parece muy importante es el respeto y la tolerancia que veo. La semana pasada, en la marcha del Orgullo Gay se manifestaban grupos opuestos, pero nunca se enfrentaron. Cada uno se expresó: se reían y gritaban pero seguían de largo. A nadie se le ocurrió agredir o pegar. Por otro lado, cruzás la calle y ves el respeto hacia el peatón, algo que no solo se ve en Europa: lo ves en el país de al lado, en Uruguay”, afirmó.

“La salud es pública y funciona bien, incluso, para nosotros que no somos húngaros. Vas al supermercado, las cosas no aumentan y tenés una gran variedad de cada producto, además, todos los días hay algo nuevo. Finalmente, las internas políticas no afectan al ciudadano en su vida diaria y las cosas funcionan… pero a los argentinos nos cuesta mucho separar esas cuestiones”, expresó.

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