Los artesanos de Holmberg

Mientras las tablets, celulares, juegos a radio control y la popular Play Station inundan las vidrieras y tientan a los más chicos de la casa a pedir por éstos como regalo por el Día de las Infancias, Miguel David Chiara y Lucía Burgos siguen apostando a los juegos tradicionales. Y en el garaje de su casa diseñan y fabrican desde vehículos hasta tejos y tatetí; todos, realizados en madera como obsequio para los chicos.

Este matrimonio que vive en Holmberg empezó con la fabricación de juguetes de madera tras jubilarse y desde hace seis años sus creaciones llaman la atención e invitan a los nostálgicos a adquirir estos objetos y entusiasmar a sus chicos para volver a los juegos tradicionales.

Condicionados por el Covid-19, Miguel y Luci no pudieron concurrir a muchas ferias para exponer sus trabajos.Pero apelaron al Facebook y con la ayuda de sus hijas promocionan y venden sus originales creaciones talladas en madera.

Aviones de distintos modelos, camiones, camionetas y juegos de ingenio son parte de los más de 80 juguetes que hacen los Chiara.

Aviones de distintos modelos, camiones, camionetas y juegos de ingenio son parte de los más de 80 juguetes que hacen los Chiara.

Miguel es el encargado de trabajar con las máquinas y da forma a la madera. En tanto, su esposa, Lucía, se encarga de los diseños y la pintura de cada uno de los juguetes.

Sobre el comienzo de este emprendimiento, bautizado como “Jugando con Luci”, Miguel comentó que fue tras jubilarse su esposa y luego él que comenzaron a pensar en qué ocupar el tiempo. Pero, además, procurando hacer algo en que coincidieran el agrado por la actividad y que, a su vez, generara algún ingreso extra al hogar.

“Un día se nos ocurrió esto de hacer juguetes. Fuimos a varias ferias y veíamos de todo un poco, pero analizando la situación, en lo que a juguetes se trataba, todos eran en serie, no había mucho de artesanía”, precisó Miguel.

Con la idea ya más afianzada, fue el momento de pensar en adquirir las máquinas necesarias para trabajar la madera y contar con un espacio donde trabajar. “En casa tenemos un garaje donde pusimos las máquinas y ahí empezamos”.

Miguel señaló que los primeros objetos realizados fueron paletas y tablitas mágicas para luego animarse a diseños más elaborados como camiones, vehículos, aviones de distintos modelos.

Así, en la actualidad son más de 80 los juguetes creados por el mundo de Luci y Miguel.

Inspirándose en aquellos objetos con los que jugaban de niños, y con los que se entretenían sus hijas también, fueron surgiendo distintas alternativas.

Hoy en los estantes hay vehículos de todos los modelos y tamaños, grandes colectivos, camionetas de una y dos cabinas, yenga, senku, tatetí, rompecabezas, juegos de encastre, alambres con ruedas; todos, realizados de modo artesanal y cada pieza como única.

La competencia

Consultado sobre cómo es competir con los juegos electrónicos y los juguetes tecnológicos, Miguel sostuvo que “no existe tal competencia”, ya que sus creaciones son únicas y artesanales.

“Hay mucha gente que los compra para sus hijos. En las ferias, cuando vamos, observamos que cuando llegan los papás con sus hijos, éstos enseguida se ven atraídos por los juguetes nuestros”, expuso sin dudarlo Miguel.

Con sus creaciones, el matrimonio ha recorrido gran parte de la Argentina, participando de distintas ferias. Y en Villa Rumipal cada verano se instalan por dos meses en un puesto.

“Es una gran satisfacción, cuando llegamos a un lugar y se aparece alguien que nos dice: ‘A ustedes les compré un camioncito y todavía lo tenemos’.

Lucía y Miguel Chiara llevan ya 50 años juntos, tienen tres hijas y varios nietos. Y es la familia la que se encarga también de promocionar en las redes los juegos de los abuelos.

Con sello personal

“Para este Día del Niño, tuvimos varios encargos.Una de mis hijas llevó camionetas, vehículos.La verdad es que siempre se vende”, exponen.

De toda la gran variedad de juegos, son los más grandes los que se venden.“Cuando vamos a ferias exponemos tanto juguetes chiquitos como grandes, pero son los últimos los que más salen.Los camiones, los colectivos, los aviones”, enumeró Miguel.

Hay quienes compran para sus chicos y otros que cumplen con un sueño de infancia y lo guardan como una reliquia.

En todo caso, para esta pareja, cada objeto tiene su impronta personal, amor y dedicación. “Es la satisfacción que se siente porque alguien se lleva algo hecho por nuestras manos y no que fuimos a comprarlo en una esquina para ponerme a venderlos en la otra”, resaltaron.

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