“Esto es un adelanto del calentamiento global”

Naomi Klein es una de las pocas voces capaces de articular las múltiples dimensiones de la crisis del capitalismo en su modalidad neoliberal. Su primer libro, No logo, explicaba ya en el 2000 las formas en que las corporaciones concentraban la economía mientras se filtraban entre los valores y emociones de la sociedad. En 2007 en Doctrina del shock analizó los múltiples ejemplos de cómo las crisis provocadas por causas naturales, pero también sociales, políticas y económicas, algunas deliberadas, son explotadas por los sectores del poder concentrado para imponer una tras otra las medidas que los benefician aún más. Y en los últimos años se han multiplicado artículos y libros, en especial Esto cambia todo de 2018, donde da cuenta de cómo el capital enceguecido embiste hacia el abismo final: el agotamiento de los recursos naturales.

Si algo caracteriza a esta intelectual canadiense es que no le escapa al barro de lo real: observa, participa del mundo y sigue con especial atención a los movimientos sociales. Esa actitud de diálogo permanente es la que, por ejemplo, la trajo a Argentina en 2002 para conocer de primera mano a los movimientos sociales que brotaron luego del tsunami neoliberal. Al año siguiente volvió, y junto a su compañero Avi Lewis, realizaron el documental sobre empresas recuperadas La toma (1), en el que también trabajó este cronista. Casi veinte años después Naomi abrió generosamente una ventana en su computadora para hablar con el Dipló y analizar la coyuntura actual.

Si volvieras a escribir La doctrina del shock, ¿tendría un capítulo sobre el Covid? ¿Cuál sería su particularidad?

Sí, lo haría. Tal vez debería escribir una introducción a una nueva edición o algo así porque no hay duda de que hemos visto un cobarde aprovechamiento del desastre, una gran especulación en medio de este horrible período de muerte masiva. Lo más extraordinario de este período es que tenemos una profunda pauperización, un enorme número de muertos y al mismo tiempo un boom económico. Esta no es una crisis económica en el sentido tradicional. Ha sido un período en el que los multimillonarios aumentaron enormemente su riqueza. Los intereses de las élites se han separado de cualquier interés compartido con la clase trabajadora. Y luego, por supuesto, hemos visto todo tipo de intentos muy explícitos de explotar el desastre: desde empresas extractivas que utilizan la pandemia para decir: “Oh, lo siento, no podemos hacer cumplir las regulaciones ahora mismo”. También hemos visto un intento muy concertado por parte de las empresas de tecnología de utilizar las necesidades reales de distancia física para reempaquetar tecnologías. Creo que estamos viendo una especie de privatización parcial y por la puerta trasera de la educación pública, en la que gran parte de la educación migra a plataformas privadas como Google Classroom o Zoom. Y no hay duda de que necesitábamos hacer esto. Pero la verdadera pregunta es, ¿por qué tenían que ser plataformas privadas? De hecho, existían iniciativas del sector público que estaban desarrollando algunas de estas tecnologías con fondos públicos en un modelo sin fines de lucro. Y todo eso fue simplemente dejado de lado. Lo que hace Silicon Valley es primero inundar la zona con servicios gratuitos o de precio muy, muy reducido y lograr el dominio del mercado. Así nadie puede competir porque todos están en la plataforma. Esos son solo algunos de los ejemplos del capitalismo del desastre al amparo de una pandemia.

Justamente en el mundo educativo en Argentina se comienza a debatir una nueva lógica de extractivismo de datos de niños y niñas a través del sistema educativo. Para mi sorpresa, entre tantas urgencias en educación, un artículo que escribí para el libro de la Universidad Pedagógica “Pensar la educación en tiempos de pandemia” 

Francamente, creo que no ha habido suficiente rechazo de los sindicatos de educación o la educación pública. Creo que es por razones comprensibles, porque muchos de ellos han tenido que pelear con gobiernos que intentaban empujarlos al aula poniendo en riesgo su salud. Así que si entendemos que habrá más enseñanza en línea y entendemos que la conectividad digital es un servicio esencial, entonces tenemos que luchar por un bien común digital en todos los frentes. Y entonces la educación debe ser parte de eso. La salud debe ser parte de eso. Vemos ejemplos de esto en Barcelona con Ana Colau, con un enfoque basado en los bienes comunes municipales de lo digital, el WiFi, etc. Pero también creo que debemos buscar otros modelos educativos más seguros. Me habría gustado ver un mayor impulso para aulas más pequeñas y más educación al aire libre. Porque amontonamos a los estudiantes en aulas de un tamaño que no es bueno para ningún niño o niña. Quiero decir: sabemos que lo más seguro en el contexto de Covid son las aulas de once, doce estudiantes con mucha educación al aire libre. En realidad, eso es lo mejor desde una perspectiva de salud pública y también de educación. Y lo que encuentro enloquecedor es esta enorme transferencia de riqueza del sector público a empresas tecnológicas privadas cuando podríamos haber usado ese dinero para contratar asistentes didácticos entre estudiantes universitarios que se están graduando en una economía en crisis. Este es el tipo de cosas que sucedió durante la Gran Depresión en Estados Unidos. Uno de los programas del New Deal se llamó Administración Nacional de la Juventud y sacó a millones de jóvenes de dieciocho, veinte o veintidós años a trabajar haciendo cosas como construir parques infantiles, limpiar senderos silvestres y ayudar en la enseñanza y la enfermería. Eso es realmente invertir en la economía. Así estás resolviendo múltiples problemas a la vez: el problema de una inversión insuficiente en la esfera pública, la necesidad de empleos para esta generación. Y también éstas son soluciones climáticas. Necesitamos acceso a la naturaleza, protección de la vida silvestre e invertir en sectores bajos en carbono como la educación y la enfermería, que son realmente alternativas a las industrias extractivas.

Las recientes propuestas del presidente Joe Biden parecen bastante más keynesianas de lo que estábamos acostumbrados. En Argentina algunos comenzaron a llamarlo en chiste Juan Domingo Biden en referencia a Perón. ¿Es para tanto?

Creo que Biden es un demócrata extremadamente convencional. Creo que si buscás en el diccionario “demócrata convencional” debe haber una foto de Biden. No es alguien “ideológico”, es un centrista en el sentido de que encuentra el centro y va allí. Así ha logrado mantenerse en el cargo público desde que tenía veinte años y ahora tiene setenta. Lo que estamos viendo es que el centro ha cambiado. Bernie [Sanders], [Alexandria] Ocasio Cortez, el movimiento Sunrise (3) corrieron el centro, crearon un espacio para que un político centrista dividiera la diferencia y dijera “Bueno, vamos a tener un proyecto de ley de estímulo de dos mil millones de dólares”. En realidad no es lo suficientemente grande, porque necesitamos un proyecto de ley de estímulo de diez mil millones de dólares. Entonces ese es Joe Biden, encontrando el centro entre Bernie y [Barack] Obama. Eso es un avance. El problema es que cuando necesitás avanzar en el aspecto climático no alcanza. Tenemos muy, muy poco tiempo porque ya se ha perdido demasiado. Yo diría que Biden no es peronista. Creo que vislumbramos un poco eso cuando envió cheques a la gente y hubo un billete que vino del presidente Biden. Pero creo que lo que necesitamos ver es un movimiento muy, muy rápido para mejorar materialmente las cosas en la vida de las personas para que digan “Ok: el Green New Deal no da miedo (4). El Green New Deal significa más empleos creados en tu comunidad. Hay mejor infraestructura, mejor tránsito”, cosas que hacen que la vida de las personas sea tangiblemente mejor. Necesitan hacer eso de inmediato o perderán su escasa mayoría. Y, desafortunadamente, ya estamos viendo algunos retrocesos en esa ola original de anuncios. También es culpa del Congreso y de los demócratas corporativos. Pero creo que veremos una nueva ola de activismo en los próximos meses a medida que las personas en Estados Unidos se vacunen. Creo que vamos a empezar a ver algunas acciones masivas que volverán a subir el nivel de urgencia, porque creo que existe un temor real de que cuando Estados Unidos salga de la crisis olvidemos que el Covid no fue la única crisis que enfrentaremos.

¿Podés vincular lo que ocurre en Chile o Colombia con la crisis neoliberal global?

Bueno, creo que cada levantamiento de masas es siempre específico de su propia historia, pero aun así podemos sacar algunas tendencias globales. Y creo que los sostenidos levantamientos en Chile tienen un enorme significado histórico, en parte porque Chile fue el primer laboratorio del proyecto neoliberal. A menudo pienso en la predicción de Rodolfo Walsh de que se necesitarían tres generaciones para que el trauma de la dictadura disminuyera lo suficiente como para que la gente resista de nuevo. Creo que siempre subestimamos cuánto dura el trauma. Estamos viendo una generación que tiene la memoria histórica de la dictadura, pero tiene una imaginación menos colonizada. Lo que está sucediendo en Chile debe entenderse en ese contexto. Creo que este enorme e indignado levantamiento en Colombia también es parte del lento desmoronamiento del consenso neoliberal. La pregunta es, ¿qué lo reemplaza? Y no hay que dar por sentado que siempre será reemplazado por algo mejor como ya vimos. Creo que Trump representó eso. No era un neoliberal tradicional. Podría parecer porque en algunos casos recortaba, pero en otros aspectos no. Y creo que [Rodrigo] Duterte, [Jair] Bolsonaro, [Narendra] Modi son parte de eso. Ellos tienen un enfoque clientelista, un discurso contra los globalistas.

En una entrevista de 2020 (6) decías que había una ralentización social saludable. ¿Seguís viendo lo mismo?

Bueno, siento que se nos viene encima el business as usual, como un tren fuera de control, y creo que si miramos algunos de los países que han vuelto a la “normalidad” vemos un repunte de las emisiones. Es muy preocupante. No voy a mentir ni a ser optimista al respecto: creo que si vamos a aprender las lecciones más profundas de la pandemia sobre lo que es verdaderamente esencial, lo que realmente nos trae felicidad, cómo queremos vivir, qué es importante… tenemos que reflexionar y luchar por ello. No va a suceder por sí solo. Creo que nos extrañamos, verdad, y hay ciertas cosas que queremos dejar atrás: yo no quiero estar aislada de mis amigos y seres queridos. No quiero volver a ver a un amigo por un café rápido. Y quiero que realmente podamos pasar tiempo juntos y lo usemos de manera más significativa, incluso para el trabajo político que será necesario para ganar esta transición.

Tags: