
24 Ago Anatomía de los anti vacunas en Argentina
El crecimiento de los movimientos anti vacunas en el mundo se vincula a una crisis de creencia anclada en un proceso de desconfianza hacia una serie de instituciones –políticas, estéticas, económicas y científicas–. Muy poderosos en otras latitudes, en Argentina se presentan en general bajo dos posiciones: anti populistas y simpatizantes con modos de vida alternativos.
Hasta hace muy poco los criterios científicos elementales parecían ser ampliamente aceptados, al menos en la población educada de las capas medias urbanas. Sin embargo, algunos fenómenos recientes parecen poner en duda la confianza pública en la ciencia empírica. Terraplanistas, negadores del cambio climático y anti vacunas se han convertido en los protagonistas de un nuevo drama público. En el contexto de la pandemia de COVID-19 estas desconfianzas se han hecho más evidentes, y en muchos casos se han convertido en un problema público que atañe a las formas de cuidado. Las sospechas sobre la existencia real de un virus, la crítica a los números públicos, a las políticas de cuarentena y el cuestionamiento de la vacunación masiva son los ejemplos más visibles de un manto de desconfianza pública durante la pandemia.
¿Es la desconfianza pública en las vacunas un nuevo oscurantismo? ¿Es la venganza de la ignorancia generalizada? ¿Es culpa de un déficit de información promovida por fake news y redes digitales? ¿Es culpa de las políticas neoliberales que fomentan el individualismo? ¿Cómo gestionar la vida pública en lo que aparece como un mar de irracionalidades?

¿Cómo gestionar la vida pública en lo que aparece como un mar de irracionalidades?
Hay un gran logro de las ciencias sociales que desplegaron sus argumentos durante el siglo XX: las sociedades se basan en creencias; el arraigo social de las ideas y las prácticas no tiene que ver con su verdad intrínseca, sino con su posibilidad de ser legítimas. La medicina moderna y sus beneficios no son ajenas a esos procesos: no se impusieron como creencia colectiva por fuerza de la verdad o por el avance de una cultura racional y de modelos “basados en la evidencia”. Por el contrario, fue necesaria una gran cantidad de recursos simbólicos y materiales para hacer de la medicina moderna el modelo ideal y prioritario de entender la salud y la enfermedad. Si asumimos esta premisa, es claro que de lo que se trata ahora es de una crisis de creencia, anclada en un proceso de desconfianza hacia una serie de instituciones en crisis en las últimas décadas: políticas, estéticas, económicas y científicas. Tal vez en las instituciones científicas llame más la atención porque lo que está en juego no es sólo el carácter relativo y socialmente construido del Estado, el arte o el mercado, sino las relaciones fundantes entre la “naturaleza” y lo “social” que parecían tan firmes.
Ni ignorantes ni neoliberales
La crisis de la verdad es la crisis de las instituciones que la sostienen, pero eso supone siempre la construcción de otras certezas. ¿Cuáles son las certezas de quienes rechazan la vacunación masiva? ¿Puede la desconfianza ser un vehículo de nuevas instituciones? En Argentina se encuentran por lo menos dos estilos de desconfianza hacia las políticas de cuidado, que incluyen a las vacunas contra el COVID-19: uno es el estilo anti populista, de carácter estrictamente político, y el otro es el que se inspira en modos de vida holistas y terapias alternativas. Ambos no son tipos puros, sino sensibilidades o estilos de tomar posición frente a las vacunas y las políticas de cuidado que encuentran diferentes formas de justificación y modelos de acción pública, las que incluso pueden plegarse, superponerse o convivir.
El estilo anti populista está fuertemente asociado con un recorte de las políticas de cuidado. Asume que las vacunas son parte de un modelo autoritario tendiente a imponer una política homogeneizante que no respeta la decisión individual o la “libre elección”. En el estereotipo más extremo de este estilo de desconfianza se reivindica la libertad junto con los valores republicanos contra el populismo de las vacunas como parte de un Estado que asume los dictados de expertos sin suficiente evidencia empírica. En general, aquí no se priorizan argumentos epistemológicos sobre los datos empíricos referidos a la existencia del COVID-19, las políticas de aislamiento o los efectos benéficos comprobados de las vacunas. Esta dimensión suele quedar subsumida bajo un manto de duda inespecífica, muchas veces asumiendo su realidad, pero haciendo foco en el carácter autoritario de las políticas de aislamiento social, de cierre de las escuelas o de vacunación como una imposición. El modelo politizado encuentra en Argentina un lugar muy situado, asociado con identidades políticas intensas y fuertemente vinculadas con la disputa política entre un republicanismo liberal y sus propios fantasmas “populistas”.